San Evaristo, Papa y mártir (Siglos I-II)

Evaristo es uno de los primeros pontífices de la historia de la Iglesia. Quinto obispo de Roma, después de Pedro, Lino, Cleto y Clemente. Habría laborado entre el 96 y el 117, bajo el Imperio de Domiciano, Nerva y Trajano.

Un periodo excepcionalmente pacífico para los cristianos de Roma, quienes habían permitido al pontífice –como en ese entonces se llamaba a todos los jefes religiosos- reglamentar y consolidar la organización eclesiástica de la capital.

Griego, originario de Antioquía, como san Ignacio, aunque hijo de un judío natural de Belén, Evaristo habría subdividido la ciudad en 25 parroquias y habría establecido que siete diáconos asistieran al obispo en la predicación, para dar testimonio de su ortodoxia.

Sacerdotes, diáconos y, más tarde, obispos de las diócesis circundantes, como Ostia, Albano, Frascati, se convertirían, luego, en directos colaboradores del Papa, en el gobierno de la comunidad cristiana, constituyéndose, así, en el eje (cardo) del gobierno de la Iglesia. Se considera que el Colegio de los Cardenales tuvo su origen en las reformas realizadas por el Papa Evaristo.

Es notable, también, por su fama como el “Papa liturgista” y por ser el promotor de las reglamentaciones de ceremonias solemnes, para la consagración de las iglesias o, más sencillamente, de los altares sobre las tumbas de los mártires en las catacumbas, en las que se celebra el sacrificio de la misa.

El periodo de paz vivido por Evaristo deja suponer que no fue martirizado, contrario a lo que sugiere la tradición, que registra su martirio.

El Martirologio Romano sitúa la fecha de su muerte el 26 de octubre del 105. En Roma se celebra a Evaristo, Papa y mártir, “el cual, bajo el emperador Adriano, tiñó con su sangre la Iglesia de Dios”.

Se le invoca, como a san Biagio, para curar las enfermedades de la garganta.

 

Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica