Santa Catalina Labouré, religiosa (1806 – 1876)

“Ven a la capilla (…) ¡La Santa Virgen te espera!”, dijo una noche un niño a Catalina, quien narra: “La Virgen estaba sentada en la silla del superior, yo pongo mism manos sobre sus rodillas y ella me dice: ´Hija mía, el Buen Dios quiere confiarte una misión: tendrás sufrimientos, pero los superarás, pensando que es por la gloria de Dios. Ten confianza, los tiempos son tristes, caerán sobre Francia desventuras, el trono del rey caerá, la Cruz será amenazada, la sangre correrá por las calles […] Cuando sucedan estas cosas, ven a rezar al pie de este altar: desde aquí se difundirán las gracias sobre grandes y pequeños´”.

Este es el relato de la primera aparición de la Virgen a Catalina Labouré, una religiosa que vivió en la sombra y al servicio de los pobres, llamada la “santa del secreto”, porque durante toda su vida no reveló a nadie –sino a los confesores y a su superiora- los extraordinarios dones que recibía.

Nacida el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña. Huérfana a los nueve años. Con siete hermanos y dos hermanas para cuidar, Catalina se ve obliga a renunciar a la escuela para servir a su familia.

Entra en 1830 al convento parisino de las Hijas de la Caridad, en la Rue du Bac, y comienza, casi de inmediato, a tener visiones. En la noche entre el 18 y el 19 de julio, Catalina tiene la primera aparición de la Virgen. La Virgen se aparece, rodeada de una aureola, con la inscripción: “María, concebida sin pecado, ruega por nosotros”. Además, sus manos irradian luz. “Los rayos que salen de mis manos –dice la Virgen-, son las gracias que me piden”. El 27 de noviembre, la Virgen la invita a acuñar una medalla con su imagen y, al respaldo, una gran M, coronada por una cruz.

Junto a ella, los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Una vez acuñada la medalla, las gracias obtenidas se multiplican, al punto que los fieles hablan pronto de una “Medalla milagrosa”. Poco después, una conversión instantánea, ocurrida en 1842, en la iglesia romana de san Andrés delle Fratte, lanza a nivel mundial esta devoción mariana aún hoy muy difundida.

Catalina muere el 31 de diciembre de 1876. Es beatificada en 1933 y canonizada en 1947.

Hoy también se recuerda a Santiago de la Marca.

 

Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica