San Francisco de Asís, religioso y fundador (1181 -1226)

Nace en Asís, alrededor del 1181. Es hijo de Pedro Bernardone, rico comerciante de telas, y de Juana Pica, de origen francés, por lo que se le llamó Francisco, es decir, “pequeño francés”.

En el 1205, después de una juventud violenta y disipada, se siente llamado a cambiar de vida, en el seguimiento a Cristo: decide renunciar a los bienes materiales, despojándose de sus vestidos ante el obispo y ante una gran multitud.

Desnudo, deja la ciudad para ir a predicar el camino de la pobreza, seguido por otros jóvenes, quienes, como él, eligen vestir un sayal, con un cordón a la cintura, como los mendigos. Así nace la Orden de los Frailes Menores, reunidos en la capilla de la Porciúncula, convertida, después, en Santa María de los Ángeles, en las laderas de la ciudad.

El suyo es un testimonio intenso y alegre que supera las fronteras del cristianismo. Por primera vez involucra a la naturaleza y a los animales (a los que se les negaba cualquier forma de piedad o respeto), en un amor que lo llevará a escribir páginas de sublime belleza, tales como el Cántico de las criaturas, y da vida –en Greccio, cerca de Rieti- a la evocación del nacimiento de Cristo, con el pesebre.

Probado por los ayunos, casi ciego, débil, con las manos y con los pies marcados por los estigmas, fue un hombre que supo cambiar el mundo con la pureza de su fe.

“Nadie me enseñaba lo que debía hacer, sino que el Altísimo me reveló que debía vivir según el Evangelio”. Estas son las palabras que marcan su existencia y que lo verán actuar como un reformador: es el primero en proponer un monaquismo encarnado en la historia, en el que Dios no es solamente un ser para contemplar, sino una presencia cercana, pobre entre los pobres.

En 1210, el Papa Inocencio III aprueba su regla y, en 1212, la joven Clara, amiga fiel de Francisco, fundará la rama femenina, la Orden de las Clarisas.

La “hermana muerte” se lo lleva el 3 de octubre de 1226. Dos años después es canonizado por Gregorio IX y es sepultado en Asís, en la basílica dedica a él, donde es venerado como patrono de Italia.

Es patrono también de los mercaderes, de los comerciantes italianos, de los tapiceros y de los ecologistas.

Hoy también se recuerda a san Petronio.

 

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