«Conozco tus obras, sé que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca.» Apocalipsis 3:15-16.

Rectitud desde la infancia

Tercer hijo de trece hermanos, fruto de la unión entre el rey de Polonia e Isabel de Austria. Abrazó la oración y penitencia con firmeza, vivió la vida cristiana de forma rigurosa.

Se destacó por ser un niño de alegría y de paz, amaba a los pobres y a Dios.

Un joven “rebelde”

Cuando estalló la guerra en Hungría, su padre le pidió que fuera al frente del campo de batalla en contra del antiguo gobernador, un déspota. Si bien, en un principio obedeció a su padre sin ningún éxito, no pudo seguir con una causa que no era suya.

No quería iniciar una guerra y mucho menos una injusta, se resistió ante su padre, se dedicó al estudio y a la oración.

Poco después, quisieron casarlo con la hija del emperador Federico III, sin embargo, debido a la rigurosidad con la cual vivía su fe, no quiso renunciar al celibato, una promesa que le había hecho a Dios.

Casimiro falleció debido una enfermedad de los pulmones en 1484, a los 23 años.