Por Cielo Medina 

Roque Orrego, ex miembro del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, señaló que el Penal de Tacumbú está en manos del denominado clan Rotela desde hace mucho tiempo. Si bien tendría que ser el director quien controle las fuerzas en el interior, el especialista manifestó que sus fuentes indican que son los capataces de ese grupo los que tienen el dominio.

“Decir que hoy el penal de Tacumbú está tomado por el clan Rotela es falso, porque el clan Rotela hace mucho que ya gobernaba en Tacumbú”, manifestó el especialista. Orrego agregó que el Estado desde hace tiempo no tiene capacidad para dominar la situación interna en la principal penitenciaría del país.

Según indicó, fuentes confiables le señalan que los “capataces” del denominado clan Rotela tienen las llaves de las distintas dependencias de Tacumbú y que los guardias son mantenidos bajo llave en los pabellones hasta que se da el cambio de guardia. Son los miembros del clan los que abren las puertas para que salgan, manifestó Orrego.

“El Estado paraguayo no tiene el control de esas puertas y el guardia que está dentro está sujeto a cualquier hecho como el que se está dando hoy día”, manifestó. Además, calificó de “inoportunas” las declaraciones del ministro Barchini cuando aseguró que el clan Rotela había asesinado y descuartizado al policía Oliver Lezcano, lo que detonó en la situación actual.

También dijo que sus fuentes le indican que el ministro de Justicia, Ángel Barchini, había intentado cambiar a los recaudadores dentro del Penal y que eso habría caído mal en el grupo criminal, que estaría aliado con guardias de la penitenciaría. Para Orrego, el problema actual también estaría ligado a la gran capacidad de generar dinero que siempre tuvo Tacumbú.

El experto recordó que varios otros ministros y ministras dijeron que iban a sacar a Javier Rótela (líder de la facción criminal) y eso nunca se concretó por falta de voluntad política. Respecto a la situación actual, Orrego señaló que “en este momento no hay otra vía más que una negociación”.

Roque Orrego