A vos,
que no te gustaba balconear,
te condujo Cristo al balcón,
para mostrarte su rebaño,
desde que el humo blanco convocó al rebaño en la plaza del Apóstol.

Es cierto,
no fuiste a mirar
y a dejar pasar la vida
como un espectador.

El Señor te llevó al lugar,
desde el que comenzaste a ver como Cristo, la Iglesia,
para que bajaras muchas veces conmovido a estar con todos,
a vivir y sentir la vida
con cada una de las ovejas.

Cada vez que bajaste al encuentro,
hiciste saber
que primero va la gracia,
la misma que te abrazó en su misericordia y te eligió.

En cada misa que celebraste,
en cada visita que hiciste,
en cada mensaje que escribiste, en cada documento que regalaste al mundo y a la Iglesia,
en cada Ángelus
y en cada vez que te vimos pasar de blanco en el vehículo papal, estabas subido a los balcones de tu ministerio,
sin quedarte
en los privilegios de ellos,
pues ninguno fue hecho
para solo mirar sin involucrarse.

A tu último balcón
tampoco subiste solo.
Te llevó el Señor,
haciéndote tropezar y caer de rodillas un par de veces,
hasta ofrecerte una silla
y finalmente una cama blanca.

Pronto supiste
que para bajar de ese balcón, tenías que ofrecer
algo más que tu sonrisa y tu picardía,
mucho más que un abrazo
y un gesto humano de ternura, mucho pero mucho más
que el fuerte reclamo del Evangelio.

Si, comprendiste que nadie baja de ese balcón,
sin haberse dado entero,
sin guardarse nada,
sin ofrecer su nada como un todo.

Si, el balcón de la cruz ha sido siempre tu lugar,
en donde Cristo sigue
sin balconear la vida
entregando su vida por aquellos que desde abajo lo miran expectantes.

Estuviste alli todos estos años, hasta el último balcón,
al que conocemos y llamamos muerte,
donde se define un cambio importante si estuviste con Cristo.
Si estuviste con Él,
ahora desde el último balcón, divisas la vida que todos queremos alcanzar un día.

La caravana lleva el féretro,
el balcón vacío de tu partida,
y el rebaño sabe que estás pisando más allá,
donde los santos nos miran sin balconear,
alentándonos a vivir de tal manera que subiendo al balcón de la cruz, lo dejemos también todo
para vivir por siempre en Aquel, que nos primerea
y nos misericordea.

Pronto subirá tu sucesor
al balcón por ahora vacante,
del que esperamos,
al igual que vos,
que sepa bajar
para hacernos subir.

Bendícenos,
a los que hemos rezado por ti,
desde el primer balcón
hasta el último.

En el día del sepelio de Francisco, Papa

Encarnación, 26 de abril de 2025

+ FJPS

Mons. Francisco Javier Pistilli Scorzara, obispo de Encarnación y Gran Canciller de la UC