María Santísima, Madre de Dios

La solemnidad de María Santísima, Madre de Dios, es la primera fiesta mariana que aparece en la Iglesia occidental. El Natale Sanctae Mariae comenzó a celebrarse en Roma hacia el siglo IV, probablemente, al mismo tiempo que la dedicación de una de las primeras iglesias marianas de Roma, Santa María Antiqua, en el Foro Romano.

Su liturgia tiene vínculos con la Navidad. Por ello, el uno de enero fue llamado in octava Domini, en recuerdo del rito cumplido ocho días después del nacimiento de Jesús, la circuncisión. En el Evangelio de san Lucas leemos: “Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le puso el nombre de Jesús” (Lc. 2, 21).

Los Padres de la Iglesia, desde los comienzos del cristianismo, han meditado y han escrito sobre las razones que hacen de la Virgen una criatura tan excelsa, al punto de merecer un culto particular. Ellos están de acuerdo en afirmar que el motivo es único: María es Madre de Dios y, por voluntad de Dios mismo, madre de toda la humanidad.

Jesús, Hijo de Dios, nació de María y, por tanto, ella es Madre de Dios, verdad solemnemente declarada por el gran Concilio de Éfeso (431) y establecida como uno de los dogmas fundamentales del cristianismo. De esta exclusiva prerrogativa derivan, para la Virgen, todos los otros títulos con los cuales la veneramos.

En el mismo seno castísimo de la Madre –escribe San Pío X-, Cristo tomó carne y, al mismo tiempo, cuerpo espiritual, compuesto por los futuros fieles. De modo que, de manera espiritual y mística, os llamamos hijos de María y ella es la Madre de todos nosotros.

Dante dedica a la Madre de Dios estos célebres versos:

“Virgen madre, hija de tu hijo, humilde y elevada más que criatura alguna, trono de eterno consejo, en ti la naturaleza humana se hizo tan noble que el Creador no desdeñó hacerse obra suya”.

Desde el primero de enero de 1968, sin alterar el calendario litúrgico, que reserva el primer día del año al culto de la divina maternidad de María, por iniciativa del Papa Pablo VI, se celebra la “Jornada Mundial por la Paz”, porque María es Reina de la paz.

Hoy también se recuerda a san Fulgencio.

Departamento de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica