Andrés Kim Tae-Gön es el primer sacerdote de Corea. Nace en 1821, en el seno de una noble familia cristiana. El padre, Agustín, para huir de la persecución, deja Seúl y se traslada, junto con toda su familia, a un lugar oculto entre los montes, dedicándose a la agricultura.

La casa paterna se convierte en una verdadera “iglesia doméstica”, en la que se reúnen numerosas personas, no solamente los cristianos, sino aquellos que deseaban ser instruidos en la nueva fe, para recibir el bautismo. El padre tiene 44 años cuando es descubierto y martirizado.

Entre tanto, desde Francia, llegan, en 1836, los primeros misioneros. Andrés entra en contacto con el padre Pedro Maubant, quien lo envía a Macao. En1844 vuelve a su patria como diácono, para preparar, en secreto, la llegada del nuevo vicario apostólico, monseñor Ferreol.

Andrés es querido por los cristianos no solamente porque es coreano y comprende la mentalidad del lugar, sino porque es noble de ánimo, ejemplar en la práctica del Evangelio y predicador óptimo. Sabe, en efecto, transmitir la fe con un lenguaje sencillo y profundo.

Después de un año de actividad pastoral, en 1846, es capturado y encerrado en la cárcel de Seúl. Aquí se intenta de todo para hacerlo apostatar, pero, se obtiene un resultado en vano, a pesar de las más atroces torturas. Finalmente, es decapitado, el 16 de septiembre de 1846.

La Iglesia coreana naciente ha recibido el bautismo de sangre con el testimonio de cerca de cien mil mártires, de los cuales solamente diez son extranjeros.

Ciento tres fueron canonizados por Juan Pablo II, en Seúl, el 6 de mayo de 1984, en la fecha del bicentenario de la evangelización de Corea.

Hoy también se recuerda a las santas Fausta y Cándida.

 

Oficina de Pastoral de Radio Cáritas Universidad Católica.