Hoy, 8 de mayo, recordamos a la Virgen de Luján. Su origen se remonta al año 1630, cuando un portugués radicado en Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán (Argentina), solicita a su amigo que le enviara desde Brasil una imagen de la Virgen Inmaculada.

En respuesta a su pedido, le envía dos imágenes, una ajustada a su pedido y otra de la Virgen con el Niño Jesús en brazos.

En las cercanías del río Luján, los troperos encargados de llevar las imágenes, se percataron que los bueyes se mostraban incapaces de trasladar la carga. Uno de los jinetes baja una de las cajas, sin encontrar resultado.

Vuelven a cargar la caja y la carretera empieza a movilizarse. En búsqueda de una explicación, abren la caja y descubren de que solo ha quedado una de las imágenes: la Inmaculada Concepción e interpretaron que la Virgen quería quedarse en ese lugar. Posteriormente, construyeron una gruta.

El 8 de mayo de 2013, el Papa Francisco recordó a la Virgen de Luján, y le encomendó a Ella “todas las alegrías y preocupaciones de los argentinos”, y pidió “un aplauso bien fuerte para la Madre de Dios”.