Durante la homilía del séptimo día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé, el obispo de Concepción, Mons. Miguel Ángel Cabello, denunció el estado y las condiciones inhumanas de las instituciones penitenciarias, la falta de un programa eficiente de rehabilitación y reinserción social y la corresponsabilidad existente sobre las personas que padecen adicciones. Advirtió y pidió a los ciudadanos no permitir “la instalación de un Narco-Estado”.
El monseñor lamentó que las cárceles sean consideradas “escuelas para delinquir”, dónde “la cantidad de recluidos sobrepasa lo que la institución penitenciaria puede acoger que se puede evidenciar en algunos recintos inhumanos, insalubres, con peligros de violencia interna, tráfico de armas, de drogas y torturas”, describió.
Pidió a las autoridades, la aceleración de los procesos judiciales, “porque muchos están a sin haber recibido una sentencia” e indicó que “muchos que deberían estar dentro, por diversos delitos cometidos y males ocasionados a la sociedad, siguen gozando de libertad por la impunidad reinante”.
En otro momento, dedicó un mensaje a aquellos que padecen de un tipo de privación de libertad, que no es física, sino psíquica y espiritual: las adicciones. “A nuestros hermanos adictos: Mírate a ti mismo, valórate, ámate. Eres hijo de Dios, de la Virgen Santísima. Procura salir de este mal. Tu liberación empezará solo con tu decisión firme. Decídete a renovar y recomenzar tu vida”, exhortó.
Explicó que todos tenemos un grado de responsabilidad frente a esta problemática. “La nación debe de rechazar convertirse en un ‘Narco-Estado’, no podemos permitir que se sigan envenenando a nuestros jóvenes ni la complicidad inmoral de algunos miembros judiciales para permitir la venta impune de estas sustancias nocivas. No se puede permitir que se siga condenando a los jóvenes a una silenciosa y lenta destrucción y muerte. Una sociedad enferma es una sociedad sin futuro”, sentenció contundente
Por último, instó a los familiares que acompañen a los que padecen estas adicciones a no perder la esperanza, a la Iglesia que apoye con “proyectos de prevención, tratamiento y acompañamiento. Ellos son hoy, los nuevos excluidos”, afirmó.