Evangelio según San Juan 6, 35-40

“Que el que ve al Hijo y cree en él tenga Vida eterna”

Jesús dijo a la gente: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: Ustedes me han visto y sin embargo no creen. Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de Aquel que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: Que el que ve al Hijo y cree en él tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día”. Palabra del Señor.

Meditación

“Yo soy el pan de Vida”. Yahvéh alimentó al pueblo con el maná para que aprendiera que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto procede de la boca de Yahvéh (cf. Dt 8,3). Hay un alimento perecedero y otro, imperecedero. Se interpreta el maná como “pan de los ángeles”, que en sí contenía todos los sabores y respondía a cualquier gusto (cf. Sab 16,20.26).  El pan o maná expresado por Jesús refiere a su propia Persona y a lo que quiere dar a conocer (Revelación). Lo que Jesús varias veces repitió es que vino para hacer la voluntad del Padre. En el huerto de Getsemaní “Se adelantó un poco, se postró rostro en tierra y oraba diciendo: ‘¡Padre mío, si es posible que se aleje de mí esta copa, pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú!’” (Mt 26,39). “Mi alimento consiste en hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra” (Jn 4,34). Sería lo máximo que el Padre lleve a cabo su obra en cada uno de nosotros.

Santa Teresita del Niño Jesús dijo: “¡Qué cosas tan hermosas haría Dios en las almas, si las almas se dejaran hacer!”, es dejarle a Dios que tome la iniciativa y sea el protagonista de hacer con nosotros lo que más Él crea conveniente, que su Espíritu haga en nosotros la maravilla de su misericordia. La mayor tentación para cualquier creyente es que se haga su voluntad, que lo que se haya logrado fue gracias a su esfuerzo, conocimiento, contactos, su dedicación plena a conseguir el objetivo, sin tener en cuenta que Dios es quien hace obrar nuestro querer. Que el Artífice nos moldee y vaya haciendo su obra maestra en nosotros y a través nuestro: “como el barro en manos del alfarero, que le da forma según su voluntad” (Eclo 33,13), así, el Espíritu Santo nos irá moldeando según la imagen y semejanza de Jesús.

Perdón Señor por nuestra poca fe; te decimos: “yo creo Señor, pero aumenta mi poca fe” y porque queremos hacer sólo nuestra voluntad y no la Tuya. Ayúdanos a ser adoradores de tu presencia viva en la Eucaristía, pues estamos dispuestos a responderte haciendo tu Voluntad con todo el corazón. Gracias por cuidarnos para que ninguno nos perdamos, sino que creamos en Ti y alcancemos la Vida eterna. Amén.