MARTES DE LA SEMANA 5ª DEL TIEMPO DE CUARESMA

Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María

Evangelio según San Mateo 1, 16. 18-21. 24a
“José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa”
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Jesucristo fue engendrado así: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado. Palabra del Señor.

Meditación
La Iglesia celebra hoy a su Patrono Universal: José de Nazaret, aquel varón justo y prudente a quien el Señor eligió como custodio del Redentor, un artesano de la Palestina del siglo I. Del linaje de David, según lo narran los evangelios, vivió con fidelidad su fe, tanto en el trabajo de cada día, como en el silencio del hogar nazareno, enseñando al propio Jesús los elementos esenciales para ser un hombre de bien. Desde su rol de padre adoptivo, vivió ejemplarmente su ser discípulo y servidor del Reino. Es muy poco lo que sabemos de san José. El evangelio nos cuenta que vivió en la aldea de Nazareth; era uno de los tantos hombres que se mantenían con sus trabajos de artesanos. Por lo tanto, podemos imaginar que habrá vivido como la gente de su pueblo, alternando el trabajo con las prácticas de fe, ‘peleando’ para que el taller rindiera entre los impuestos romanos y los tributos religiosos.

El Evangelio narra el importante papel que tuvo para posibilidad la llegada de Jesús a nuestro mundo, enfrentando situaciones complicadas dentro de un territorio ocupado por el imperio de turno, con sus condicionamientos económicos, sus estructuras políticas y sus luchas internas y religiosas. Ahí pareciera que es un hombre insignificante aunque Dios quiso que acompañara a Su Hijo y a María, custodiándolos para que se cumpliera la voluntad del Padre. Pero nada nos dice de él durante el ministerio público de Jesús. Es el patrono de los padres de familia, de los tesoreros y de los trabajadores. Su protección se invoca especialmente sobre los matrimonios que adoptan niños (cf. La Liturgia Cotidiana, 20/03/2024, pág. 57).

Es considerado varón justo y prudente, quien recibe el mandato de Dios para cuidar como papá puro, casto, con augusta dignidad, acompañar en la educación de Jesús, quien le obedeció en todo como papá legal en la tierra. El Papa Francisco, en Patris Corde, expresa así una oración a san José: “Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén”.

Perdón Señor por las veces en que hemos dudado de todos los misterios vinculados a la Santísima Madre María, la concebida sin mancha y siempre Virgen, la que nos precede con su Hijo al ser Asunta a los cielos. Ayúdanos a valorar el misterio de tu Presencia en la carne humana y en nuestra cultura y por tenerle a san José como el gran custodio de Jesús, tu Hijo amado. Gracias por hacernos partícipes de tal misterio y por mostrarnos a María y José, elegidos para hacer crecer al Niño Dios, y los más grandes ejemplos en la historia de la Iglesia. Amén.