MARTES DE LA 2° SEMANA DE ADVIENTO

Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe – Patrona de América

Bienaventurada Virgen María de Guadalupe

Evangelio según San Lucas 1, 39-48 

“Mi alma canta la grandeza del Señor

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”. Palabra del Señor.

Meditación

   Oración cantada con alegría y gozo. El pueblo canta acompañado por una coral o un solista, al son de instrumentos musicales, con vítores y voces variadas o de corazón danzante. Los ojos y oídos contemplan a María: ¡Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador!

   Canten al Señor un cántico nuevo,

    canten al Señor, toda la tierra;

     canten al Señor, bendigan su nombre,

      proclamen día tras día su victoria.

      Alégrese el cielo, goce la tierra

       retumbe el mar y cuanto lo llena;

      vitoreen los campos y cuanto hay en ellos

      aclamen los árboles del bosque.

Porque al ir se van llorando, mas al volver se viene cantando, cantan los bendecidos, consolados y afligidos. La admiración es más que una sorpresa, inesperada, inaudita. El estremecerse, temblar, tiritar, quedar impresionado son experiencias sensibles que alteran el estado de ánimo, y cuyo resultado final pueden ser la calma o la sanación.

Esta oración inspirada se convierte en himno a la realeza de Dios, ideal para rezar “Venga a nosotros tu reino Señor”, para soñar y trabajar por el Reino de Cristo. Contiene la proclamación solemne, la toma de posesión, una actividad judicial, la amonestación del soberano y el himno triunfal, en el conjunto de los salmos 93 al 99. La alegría y el reinado de Cristo nos remite a la plenitud de vida en el cielo, sin olvidar la fase pendiente de una lucha en toda la tierra: Ha llegado el reinado en el mundo de nuestro Señor y de su Mesías: reinará por los siglos de los siglos (Ap 11,15), por lo que se nos exhorta: te pido encarecidamente, en nombre de su venida y de su reinado … (2Tim 4,1).

Gentileza, Arzobispado de Asunción