San Adeodato fue el Papa número 68 de la Iglesia Católica, por un periodo de 3 años (615-618). Hijo de un diácono de nombre Esteban, Adeodato (Adeodatus, en latín,  ‘entregado por Dios’) nació en Roma en un tiempo en que la península itálica estaba a merced de invasores lombardos y bizantinos. Siendo muy joven ingresó al monasterio benedictino de Roma, dedicado a San Erasmo, donde se formó para ser sacerdote.

El que puso orden en la Ciudad Eterna

Después de 40 años de servicio sacerdotal, Adeodato fue elegido Sumo Pontífice el 19 de octubre del año 615. Durante los tres años que ocupó la Sede de Pedro, el Papa Adeodato I jugó un papel importantísimo para la ciudad de Roma. Si ya la Ciudad Eterna, durante el siglo VII, había sido asolada por el desorden, las guerras y la peste, el año 618 trajo consigo una pena aún mayor a causa de un terremoto que sumió a sus habitantes en la catástrofe.

Taumaturgo

En ese contexto, Adeodato contribuyó al mantenimiento del orden y lideró la ayuda a los damnificados, entre los que había enfermos de peste y leprosos. Justamente, a él se atribuye la curación milagrosa de muchos de ellos.

De acuerdo a la tradición, San Adeodato poseía el don de la curación. Se dice que cuando sus labios tocaban las heridas de algún enfermo, estas quedaban curadas. El Martirologio Romano señala cómo curó a un leproso con solo besarle las heridas.

Fuente: aciprensa