MARTES DE LA SEMANA 33° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 12, 46-50

“Estos son mi madre y mis hermanos

Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte”. Jesús le respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Palabra del Señor.

Meditación

Luego de romper drásticamente con los fariseos y personas malas (cf. Mt 12,38-42), Jesús define quiénes realmente son su verdadera familia: no llegará a ser por lazos de sangre, es decir, no por parentesco biológico, sino serán quienes le escuchan y entran en comunión con Él, haciendo la voluntad del Padre. La verdadera familia de Jesús somos los miembros de su comunidad, quienes escuchamos su llamado, dejamos todo lo que nos apega a este mundo, para seguirlo, conocerlo más y más cada día obedeciendo al Padre.

Si somos verdaderos hermanos por la fe, desde el Bautismo, tratémonos siempre como hermanos, así como decimos en guaraní: “che pehêngue”, traducido significaría: “pedazo mío”, indicando así que mi hermano me pertenece, así como yo le pertenezco. Somos hermanos porque estamos unidos entre sí por el amor al Padre y por el cumplimiento de su voluntad. Y si hacemos la voluntad de Dios, si somos obedientes, también María es nuestra Madre y hermana, porque ella fue servidora del Señor, llegando a decir: “Hágase en mí, según tu Palabra”.  Cada vez que rezamos el Padrenuestro, decimos “que se haga Tu voluntad en la tierra como en el cielo”, expresando que nuestra verdadera intención es que la voluntad divina sea la protagonista de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Pues, comúnmente procuramos que se realice sólo nuestra voluntad. Qué lindo es llegar a vivir la voluntad de Dios, de tal manera que en todo nuestro ser se manifieste dicha voluntad divina.

Así sea Tu voluntad en mí: Señor que Tú escuches con mis oídos, que mires con mis ojos, que sientas con mi corazón, que pienses con mi inteligencia, que hables con mi boca, que actúes con todo mi ser. Gracias María por donarte toda para la concreción de la Encarnación de Dios. María es para todos, modelo de esa vida entregada en manos de Dios, por eso hoy rezamos especialmente por la vida contemplativa.

Perdón Señor porque a veces caemos en la tentación de difamar o despreciar a un hermano contradiciendo tu Voluntad. Ayúdanos a vivir tu voluntad y no sólo la nuestra teniendo conciencia y viviendo el concepto de fraternidad que nos das, sintiéndonos y compartiendo como familia tuya como discípulos misioneros. Gracias por darnos la oportunidad de ser parte de Tu familia y seguir misionando con amor, presentando a Tu Madre y Madre nuestra como el camino más inmediato, breve, seguro y eficaz para estar Contigo.  Amén.

Gentileza, Arzobispado de Asunción