“Soy un hijo de San Agustín, agustino, que ha dicho: ‘Con ustedes soy cristiano y para ustedes, obispo’. En este sentido, podemos todos caminar juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado”.
El Papa León XIV se presentó al mundo como hijo de San Agustín, pues pertenece a la Orden Agustiniana. Entonces, ¿cuál es el carisma de esta orden y qué revela sobre la visión y el trabajo misionero del nuevo Papa?
El Superior del Vicariato Agustiniano en Perú, P. Ramiro Castillo Castro, quien fue formado del entonces, como él mismo lo llama, “Padre Roberto”, explicó que los agustinos se sustentan en la vida de quien fue obispo de Hipona, en la vida comunitaria y en la sinodalidad.
“Traducido a un lenguaje actual, la sinodalidad es lo que caracterizó a San Agustín; pero como un eminente pastor, lo que San Agustín nos dejó como herencia, su pensamiento central para los monjes, es la vida comunitaria”, explicó y citó San Agustín: “buscar juntos a Dios, como una sola alma y un solo corazón”.
San Agustín fue obispo de Hipona, vivió entre los siglos III y IV en el norte de África (actual Argelia), y fundó comunidades cristianas y monasterios. Sin embargo, la orden como tal se fundó en el siglo XIII: en 1244 se dio la primera unión y en 1256 nació oficialmente la Orden de San Agustín.
El padre agustino reveló la gran emoción que vive el pueblo peruano y recordó al Padre Roberto como una persona “muy serena, sencilla, amigable, una persona que escucha, una persona que está atenta a tus necesidades. Era muy cuidadoso con nosotros, exigente en nuestros estudios, en los trabajos, en las responsabilidades”, concluyó.