Tras la retirada de las tropas estadounidenses de la base aérea de Bagram, los soldados afganos que ahora controlan este estratégico punto, que incluye una gran prisión con miles de talibanes encarcelados, viven con la certeza de que el enemigo va a atacar. Este impresionante complejo militar, una verdadera ciudad en miniatura, albergó a decenas de miles de soldados estadounidenses y aliados y fue uno de las bases más importantes en la guerra de dos décadas en Afganistán.
Pero los últimos soldados estadounidenses dejaron la base la semana pasada y generaron un enorme vacío en la seguridad que los militares afganos deberán colmar.
El nuevo comandante de la base de Bagram, el general Mirasadulah Kohistani, habló abiertamente esta semana de los desafíos durante una visita de varios periodistas a la base, actualmente casi desierta.
Un helicóptero del Ejército Nacional de Afganistán despega de la base aérea de Bagram, tras la salida de tropas internacionales, el 5 de julio de 2021© AFP WAKIL KOHSAR
“Si nos comparamos con los estadounidenses, hay una gran diferencia”, dijo Kohistani, reconociendo que sus fuerzas no son tan “potentes”.
“Pero tratamos de hacer nuestro trabajo lo mejor posible, en función de nuestras posibilidades”, sostuvo, admitiendo que se enteró de que las fuerzas estadounidenses habían salido de la base, una vez que ya no quedaba ni un soldado norteamericano.
Al respecto, el portavoz del Pentágono, John Kirby, justificó el martes que “la hora exacta de salida no fue revelada por cuestiones de seguridad de las operaciones”. Pero aseguró que las autoridades militares y políticas de Afganistán habían sido informadas dos días antes.
A solo 50 km de Kabul, esta base es clave para la seguridad de la capital y también protege una parte importante del norte del país, donde los talibanes han multiplicado sus ofensivas en las últimas semanas y han ganado terreno.
Kohistani insiste en que sus tropas podrán proteger la base de los talibanes y que tiene “suficientes” soldados.
La base aérea de Bagram© AFP
Pero los 3.000 hombres a sus órdenes son una pequeña parte de los que llegaron a tener las fuerzas internacionales en los momentos más importantes de esta base.
En su interior, las tropas estadounidenses tenían piscinas, salas de cine, spas y locales de comida rápida como Burger King y Pizza Hut para que la moral no decayera.
Pero para los soldados de Kohistani, los lugares de entretenimiento ya están cerrados y de los lugares que fueron restaurantes solo escapa hoy un olor a podrido de cajas de comida caducadas.
Ataque talibán
En una señal clara de las dificultades que atraviesan los militares afganos sin el apoyo estadounidense, unos 1.000 soldados debieron huir el lunes al vecino Tayikistán tras enfrentarse a los talibanes.
En Bagram, Kohistani asegura haber recibido informes de que los talibanes realizan “movimientos en áreas rurales” cercanas a la base.
Un soldado afgano vigila desde una torre en la base aérea de Bagram, tras el retiro de las tropas estadounidenses y de la OTAN, el 5 de julio de 2021© AFP WAKIL KOHSAR
Un soldado llamado Rafiullah trazó un cuadro claro de lo que él cree que ocurrirá.
“El enemigo está decidido y está claro que intentará atacar aquí”, dijo. “Pero no se lo permitiremos”, agregó.
Si se produce un ataque contra Bagram, uno de los objetivos será sin duda la prisión que alberga a hasta 5.000 talibanes presos.
“No hemos venido aquí a dormir. Todos estamos preparados para proteger Bagram”, insistió Rafiullah.
Otro soldado comentó, desafiante, que estaba listo para combatir a los talibanes, aunque admitió cierta preocupación por la falta de medios materiales y de liderazgo.
“No nos rendiremos, pero necesitamos armas y un fuerte respaldo de nuestros líderes”, declaró.
Historia moderna
El control de la base de Bagram refleja las luchas de poder en Afganistán de los últimos años.
Vista de la pista aérea de la base de Bagram, Afganistán, de donde se retiraron las tropas estadounidenses y de la OTAN, en una foto del 5 de julio de 2021© AFP WAKIL KOHSAR
La pista aérea fue construida por los estadounidenses en plena Guerra Fría, en los años 1950, y la Unión Soviética la amplió tras invadir Afganistán en 1979.
Tras su retirada, la base fue controlada por el gobierno afgano apoyado por Moscú, y luego por la frágil alianza de grupos muyahidines en los años 90.
Posteriormente, Bagram cayó en manos de los talibanes durante la guerra civil que les llevó al poder en 1996.
Tras los ataques del 11 de setiembre, Estados Unidos invadió Afganistán y tomó el control de la base, que usó para lanzar ataques aéreos contra los talibanes y proteger a las fuerzas afganas.