Un 16 de mayo, pero de 1988, el Papa San Juan Pablo II se convertía en el primer Pontífice en pisar tierras guaraníes. A pesar de las fuertes lluvias que se registraron ese día, unos 400 mil fieles lo recibieron en el Ñu Guasú.

El Pontífice apoyó a los miembros de la Iglesia en Paraguay y se mostró crítico con el régimen stronista. «No se puede arrinconar a Dios en la conciencia de los hombres», fue una de sus frases más destacadas. Esto fue un precedente importante en el derrocamiento de la dictadura.

Cabe resaltar además que en la misa presidida por Su Santidad fue canonizado el primer santo paraguayo, San Roque González de Santa Cruz.