En las escuelas de Puerto Rico el próximo año entrará en vigor una asignatura llamada «perspectiva de género». La Conferencia Episcopal Nacional (Cep) muestra su preocupación por esta decisión e invita a todos los ciudadanos que se oponen a este programa a participar en una marcha que se celebrará el próximo 14 de agosto.

Isabella Piro – Ciudad del Vaticano

En Puerto Rico se ha producido un acalorado debate sobre la introducción de una asignatura de «perspectiva de género» en los programas escolares: diversas iniciativas promueven su implantación y ya se ha anunciado que entrará en vigor el próximo año. Por ello, la Conferencia Episcopal Nacional (Cep) ha emitido una nota en la que dice estar «preocupada» por esta decisión e invita «a todos los ciudadanos que se oponen a este programa a participar en una marcha que se celebrará el próximo 14 de agosto, partiendo del Campidoglio». Recordando que, según el Catecismo de la Iglesia Católica, «los padres tienen el derecho y el deber de educar a sus hijos» siguiendo las enseñanzas del Evangelio, los prelados subrayaron que «todos los ciudadanos deben gozar de una adecuada libertad y de los servicios que presta el Estado, porque el hecho de ser cristianos no les hace diferentes o inferiores al resto de la población».

De ahí el llamamiento a las autoridades estatales para que «no disminuyan» el derecho de los padres católicos a «vivir y actuar según sus convicciones y conciencia», porque «tienen el legítimo derecho de exigir que sus hijos puedan ser educados sin ser sometidos, en la escuela pública, a ideologías que atacan directamente sus convicciones». De hecho, continúan los obispos, «haciendo uso de su derecho natural, los padres y los fieles laicos tienen la libertad de expresar de manera firme y siempre pacífica sus preocupaciones y peticiones respecto a esta imposición». Tanto más cuanto que se trata de una imposición «más ideológica que científica», subrayó el Cep.

Finalmente, exhortando a todos los participantes en la marcha a «manifestarse pacíficamente, sin dejarse provocar ni utilizar por quienes, incluso dentro del ámbito religioso, puedan tener otros propósitos que lleven a faltar al respeto a cada persona en su condición particular», los obispos de Puerto Rico esperan que «nadie, por su condición personal, discapacidad, origen, religión, tendencias afectivas, pueda ser objeto de acoso, violencia, insultos y discriminación injusta».