Católicos y luteranos caminan, fuertes en la energía nacida del Concilio Vaticano II y la presencia del Papa Francisco en Suecia para el aniversario de la Reforma. Entrevistado por nuestra colega Gudrun Sailer, tras reunirse ayer con el Papa, el pastor Martin Junge confirma el deseo de llegar a una diversidad reconciliada.
Gudrun Sailer y Francesca Sabatinelli – Ciudad del Vaticano
Un camino no fácil, pero compartido y lleno de esperanza, entre católicos y luteranos a la espera del 25 de junio de 2030, cuando se celebrará el 500° aniversario de la Confesión de Augsburgo (Confessio Augustana). Tras el encuentro con el Papa en el Vaticano, el secretario general de la Federación Luterana Mundial, el pastor Martin Junge, en declaraciones a Vatican News, destaca la importancia de la conversación con Francisco y su estímulo «para continuar con confianza en la oración incesante, en el ejército de la caridad compartida y en la pasión por la búsqueda dirigida a una mayor unidad.»
– Pastor Junge, ¿qué significado tuvo para los luteranos el encuentro con el Papa en el Vaticano, el día de la conmemoración de la Confessio Augustana?
Era muy importante, porque la Confesión de Augsburgo es un documento fundamental para nosotros como luteranos, a nivel mundial. Así que fue muy significativo tener la oportunidad de este encuentro con el Papa Francisco en esta misma ocasión, de cara al año 2030, cuando conmemoraremos los 500 años de la Confesión de Augsburgo. Estamos desde ahora reflexionando sobre lo que podría significar para nosotros (dentro de 9 años) este escrito, que contiene una profunda intuición y compromiso ecuménico, Por lo tanto, el encuentro fue importante para nosotros, también en relación con la esperanza que ponemos en nuestro futuro camino.
– El Papa Francisco ha descrito el camino común de católicos y luteranos en el ecumenismo, «Del conflicto a la comunión», como una crisis: «Una crisis que es una bendición del Señor.» ¿Qué opina de esta interpretación?
El Papa expresó una visión profundamente teológica. Lutero hablaba del ejercicio del retorno diario al bautismo como una forma de indicar también cómo cambian las cosas en la vida. Al mismo tiempo, hoy vivimos tiempos muy difíciles para la Iglesia, para la gente en general, a causa de la pandemia y los cambios junto con el incremento de la ansiedad e inseguridad que esto ha traído.
Es, en efecto, una época de crisis. Y sin embargo, en ese momento, seguimos viendo el don de Cristo, especialmente la obra del Espíritu Santo, que crea, reconcilia y renueva continuamente. Es una gran llamada a mantener la confianza y a caminar y recorrer juntos, con los ojos y los oídos bien abiertos para discernir la obra de Dios en nuestro tiempo.
– Como regalo, su delegación entregó al Papa una patena y un cáliz provenientes del taller de Taizé. ¿Qué esperanza expresa la elección de este regalo?
Creo que es un signo para el diálogo ecuménico, pero en particular para los creyentes de las Iglesias católica y luterana, la unidad se hará tangible y completa en el momento en que seamos capaces de reunirnos en la mesa que el Señor prepara para nosotros y donde el Señor se ofrece por nosotros, por lo que creo que es una esperanza que compartimos.
Permítame añadir que este cáliz y esta patena están revestidos con arena del campo de refugiados de Zaatari, en Jordania, una forma de estar conectados con el sufrimiento de las personas a las que servimos, con el sufrimiento del propio Cristo en la Cruz, que vigoriza nuestra pasión para seguir trabajando para alejarnos del conflicto y abrazar la comunión que es un regalo que nos espera.
Entrevista al pastor luterano Martin Junge