Tres son los elementos cualificadores del camino cuaresmal iniciado con el Miércoles de Ceniza: la oración, el ayuno y la limosna. El ayuno, en particular, no debe entenderse sólo en su dimensión formal. Tiene un significado real, como nos recuerda repetidamente el Papa Francisco, si se sigue el ejemplo del Buen Samaritano. Tiene valor si se adopta un estilo de vida sobrio, si se vive «una vida que no desperdicia, que no descarta».

La Cuaresma es un tiempo privilegiado de ayuno y penitencia. Pero, ¿qué ayuno quiere Dios del hombre? El Papa Francisco responde a esta pregunta el 16 de febrero de 2018 durante su meditación matutina en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae: no se trata solo de ‘elecciones alimentarias’, sino de estilos de vida para los que hay que tener la ‘humildad’ y la ‘coherencia’ de reconocer y corregir los propios pecados. La respuesta, observa Francisco, viene de la Escritura, donde leemos: «dobla tu cabeza como un junco», es decir, «humíllate», piensa en tus pecados. Este, subraya el Papa Francisco, es «el ayuno que quiere el Señor: la verdad, la coherencia». En su homilía durante la Misa del Miércoles de Ceniza en la Basílica de Santa Sabina, el 22 de febrero de 2023, el Pontífice recordó que «el ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero».

 

Fuente: Vatican News