La decisión del presidente Recep Tayyip Erdogan de retirar a Turquía de un tratado que lucha contra la violencia de género ha generado un revuelo, pero algunas asociaciones feministas conservadoras la «comprenden».

Es el caso de la asociación Mujeres y Democracia (KADEM), cuya vicepresidenta es la hija menor del presidente turco, Sumeyye Erdogan.
El argumento para justificar esta retirada parece cuajar en ciertas organizaciones conservadoras como KADEM: preservar los valores familiares frente a quienes buscan “normalizar la homosexualidad” en nombre del tratado abandonado, que prohíbe cualquier discriminación basada en el “género”.
Conocido como el Convenio de Estambul, este tratado del Consejo de Europa de 2011 obliga a los gobiernos a adoptar leyes que repriman la violencia doméstica y los abusos, incluidas la violación conyugal y la mutilación genital femenina.
Turquía anunció que la abandonaba en un decreto de Erdogan difundido el 19 de marzo por la noche. Y eso que los feminicidios no paran de aumentar desde hace una década en Turquía.
El abandono del convenio enfureció a las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres y desató críticas de la Unión Europea, Estados Unidos y la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU.
“Ni a favor ni en contra”–
Derya Yanik, abogada y miembro de la junta directiva de KADEM, el 23 de marzo de 2021 en Estambul, Turquía© AFP/Archivos Ozan Kose
Para Derya Yanik, abogada y miembro de la junta directiva de KADEM, algunos círculos asociaban el convenio con la defensa de los derechos LGTB y esto se había convertido en “una carga difícil de llevar” en un país conservador.
“Desde nuestro punto de vista, el Convenio de Estambul era un instrumento para combatir la violencia contra las mujeres. Pero algunos grupos lo asociaron con los derechos LGTB. Este es uno de los factores que han perjudicado al tratado”, afirma Yanik a la AFP.
Sus palabras parecen defender las justificaciones de Ankara, pero Yanik insiste en que KADEM “no está a favor ni en contra” del Convenio de Estambul.
Afirma que Turquía posee una legislación para proteger a las mujeres, de modo que, en su opinión, el tratado es menos indispensable.
“Se dijo que en caso de retirada del Convenio de Estambul, no habría más medios para proteger a las mujeres. No es el caso”, señala la abogada.
“Nos matan, con velo o sin él”
La decisión del jefe de Estado turco provocó manifestaciones en todo el país de mujeres que se sienten amenazadas por el abandono del tratado en un país donde predomina la mentalidad patriarcal.
Más de 300 mujeres resultaron muertas el año pasado en Turquía, según la plataforma “Vamos a parar los feminicidios”.

Una manifestante sostiene una pancarta en la que se lee “No renunciamos a sus derechos adquiridos” durante una protesta en contra de la retirada de Turquía del Convenio de Estambul, el 25 de marzo de 2021© AFP/Archivos Ozan Kose
Alrededor del 38% de las mujeres en Turquía dijeron haber sido víctimas de violencia conyugal al menos una vez, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Europa la tasa ronda el 25%.
Una mujer con velo que participó en una de las manifestaciones en un barrio conservador de Estambul, Aysel Ozbey, de 43 años, estima que la retirada de Turquía del Convenio es “un golpe de Estado contra las mujeres” por parte de Erdogan.
“Nos matan independientemente de nuestro idioma, nuestra religión o nuestra raza, e incluso de que seamos conservadoras o no, de que llevemos velo o no”, afirma.
“No a las lecciones de moral”
Para Rumeysa Camdereli, fundadora de “Havle”, un grupo que se considera feminista y musulmán, pretender que el Convenio de Estambul impone que Turquía acepte el estilo de vida de las personas LGTB es ridículo.
“Algunos piensan que las personas se volverán homosexuales después de leer el tratado. Es un argumento que no merece ni siquiera una respuesta”, sostiene.
Rumeysa Camdereli, fundadora de “Havle”, un grupo que se considera feminista y musulmán, el 24 de marzo de 2021 en la sede del grupo en Estambul© AFP/Archivos Ozan Kose
A su entender, las mujeres de Turquía necesitan “protección legal y no lecciones de moral”.
Según activistas de los derechos de las mujeres, las fuerzas del orden y la justicia aplican mal las leyes existentes, lo que alimenta una cultura de impunidad para los autores de actos violentos.
Camdereli se niega, sin embargo, a caer en la “desesperación” y está convencida de que la lucha debe continuar.
“Es la violencia masculina la que destruye a la familia, no el tratado”, afirma.