La noche cae sobre Gaza y los manifestantes se acercan a la frontera con Israel. Con granadas de aturdimiento y neumáticos en llamas quieren «exasperar» al ejército israelí situado al otro lado, pero esta táctica de los islamistas de Hamás es un juego arriesgado, según analistas. Farid, de 19 años, estudia ingeniería y fabricó una granada de aturdimiento. A 200 metros de distancia de la barrera de separación con Israel, la lanza hacia los soldados.
Un estallido de luz rompe la penumbra y acto seguido se oye una explosión que cubre, por unos segundos, la música que suena a todo volumen desde el lado palestino.
“Los vamos a volver locos. Mientras nosotros no durmamos seguros, no permitiremos que los soldados de la ocupación [nombre usado para designar a Israel] duerman tampoco”, dice Farid, que, al igual que otros manifestantes pide que termine el bloqueo israelí contra Gaza, en vigor desde hace casi 15 años.
A las piedras, cócteles molotovs y otros explosivos, el ejército responde con disparos. De vez en cuando, un dron deja caer gases lacrimógenos en medio de la oscuridad y obliga a los manifestantes palestinos a dispersarse temporalmente.
No lejos de allí, vendedores ambulantes de bebidas frescas calman la sed de los manifestantes, que han llegado en autobús desde el centro de Gaza al atardecer.
“Sembrar la confusión”
Estas protestas, que se repiten en otros puntos del enclave palestino, podrían parecer anodinas si no fuera porque dejan tras de sí muertos y heridos.
Tres palestinos, entre ellos un miembro del brazo armado del movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza, y un francotirador israelí murieron desde mediados de agosto en estos enfrentamientos.
Estas muertes recuerdan además la fragilidad de la tregua en vigor entre Israel y Hamás desde mayo.
Del 10 al 21 de ese mes, el ejército israelí mató a 260 palestinos de Gaza y los disparos de cohetes lanzados por los movimientos armados desde la Franja mataron a 13 personas del lado israelí, entre ellas un soldado, según la policía y el ejército.
Desde entonces, Hamás ha disparado un solo cohete hacia Israel pero sí ha enviado globos en llamas hacia el territorio israelí, que provocaron incendios.
La aviación responde con bombardeos contra infraestructuras del brazo armado de Hamás, como fue el caso esta semana.
“Hamás prefiere sembrar la confusión en la frontera porque entiende que si dispara cohetes, las represalias israelíes van a ser muy fuertes”, opina Kobi Michael, investigador y antiguo responsable del ministerio israelí de Asuntos Estratégicos, encargado de las cuestiones palestinas.
El movimiento palestino aplica una estrategia de escalada “limitada y cuidadosamente calculada”, afirma Mujaimer Abu Saada, profesor de Ciencias Políticas en la universidad Al-Azhar de Gaza.
Su objetivo es protestar contra las restricciones israelíes que pesan sobre el enclave de dos millones de habitantes, minado por la pobreza y el aislamiento.
Pero desde principios de septiembre, Israel suavizó las restricciones de entrada de mercancías hacia el territorio, aumentó la zona en la que los pescadores gazatíes pueden faenar y aprobó un nuevo sistema de distribución de la ayuda catarí vía la ONU, que comenzará próximamente.
Pero estas flexibilizaciones no bastan para Hamás, que quiere volver a la situación previa a la última ofensiva y que espera “exasperar” a Israel sin llegar a un “enfrentamiento armado abierto”, agrega Abu Saada, que considera que la estrategia es arriesgada.
Porque el movimiento islamista no tiene capacidad para “controlar el nivel de violencia” en la frontera, estima Michael.
Paciencia limitada
Las manifestaciones actuales recuerdan mucho a las de la “marcha del retorno”, que desde marzo de 2018 y durante un año pidieron cada viernes en la frontera el fin del bloqueo y el derecho de los palestinos a regresar a las tierras de las que salieron en 1948, cuando se creó el Estado de Israel.
En estas protestas, salpicadas de violencia, fallecieron 310 palestinos y ocho israelíes.
Hamás, que consideró haber ganado la guerra del pasado mayo, “cree que tiene las riendas de la situación”, afirma Michael, “pero podría ser una percepción equivocada porque a Israel se le agota la paciencia” y “no tendrá ningún problema en responder de forma muy agresiva si Hamás le arrastra hacia una nueva operación armada”.
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