Evangelio de hoy
MARTES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
Evangelio según San Juan 16, 5-11
“Ahora me voy al que me envió”
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?”. Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad: Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré. Y cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado. Palabra del Señor.
Meditación
Quizás una de las acciones más importantes que ejerce el Espíritu Santo en nuestros corazones es el de “convencernos del pecado”. Sin este convencimiento interior, el hombre se considera justo, santo, bueno.
Es común encontrarnos con personas que dicen: Yo no soy malo, no robo, no mato, no hago grandes cosas malas. Esto es verdad, sin embargo, la realidad del pecado va mucho más allá. En la medida en que el Espíritu Santo va tomando fuerza en nuestro corazón por la conversión, vamos siendo capaces de descubrir “nuestro propio pecado” y nos va haciendo comprender interiormente la realidad destructora de éste. Se hace presente a nuestra conciencia, como dice San Pablo, esa fuerza interior que nos lleva a hacer el mal que no queremos. Cuando somos capaces de descubrir esta fuerza y nuestra incapacidad de vencerla, nace en nosotros la necesidad imperiosa de aceptar y vivir la salvación de Cristo, pues solo él es capaz de vencer la realidad destructora del pecado.
Este es el paso definitivo de una conversión profunda y verdadera. Por ello, pide al Espíritu Santo que te haga comprender interiormente la necesidad de Dios, pídele que te convenza del pecado para que puedas, con la ayuda divina, evitarlo y vivir la paz y la alegría del Reino.