«No, no… ¡Yo no tengo coronavirus!». En un hospital de Kabul, apenas se escucha a Said Ali Shah hablar a través de la máscara de oxígeno. Le cuesta aceptar que ha contraído el covid-19 en plena tercera ola en Afganistán. Los afganos, que atraviesan tiempos difíciles tras 40 años de guerra, siguen ignorando el virus, a veces por vergüenza.
En una cama de la sala de emergencias del hospital Muhamad Ali Jinah, uno de los tres principales establecimientos públicos de Kabul, Said Ali Shah tiene dificultades para hacerse escuchar.
Su esposa lo trajo “sin aliento”, y después de cuatro días en cuidados intensivos, apenas es capaz de sentarse, pero niega lo evidente.
“No, no… ¡Yo no tengo coronavirus!”, dice.
El director del hospital levanta la vista: “Claro que sí. Ha dado positivo pero evitamos decírselo a los pacientes que llegan a esta unidad… Si no piensan que se van a morir y pierden la esperanza”, explica el doctor Sayed Amiri, director de este establecimiento de 200 camas.
La situación es grave: “En una semana, hemos registrado un aumento de casi el 200% de los casos”, según el ministro de Salud, Wahid Majrooh. Lo que más le preocupa es la penuria de oxígeno en un sistema de salud “al borde del abismo”, ya debilitado por la guerra y la inseguridad.
“Las próximas cuatro semanas serán difíciles, tenemos que prepararnos para lo peor”, insistió, pidiendo desesperadamente a los afganos que entren en razón. “Muchos siguen ignorando el peligro: se ve gente sin mascarilla delante de los hospitales, acompañando a sus seres queridos en estado crítico”.
Frente al hospital Ali Jinnah, un enfermero propone pruebas antigénicas en 15 minutos y mascarillas gratis a los acompañantes de los enfermos, que suelen quedarse a dormir cerca. “Pero la mayoría se niega”, añade el director. “Es difícil cambiar los hábitos”.
“Vergüenza”
Una mujer en una unidad de cuidados intensivos en Kabul, el 8 de junio de 2021© AFP Wakil KOHSAR
En el hospital de enfermedades infecciosas Afghan-Japan, principal centro covid del país, el doctor Tareq Akbari constata lo mismo: “La gente prefiere quedarse en casa y automedicarse sin someterse al test”.
Para el director de este establecimiento de 120 camas (construido por Japón en 2006), el covid-19 se asocia con “una especie de vergüenza” y se cree que ser hospitalizado equivale a una sentencia de muerte.
“Llegan aquí demasiado tarde, cuando respiran demasiado mal. Vemos familias con tres, cuatro miembros infectados”.
Su establecimiento recibe pacientes de todo el país, que llegan por sus propios medios pese al riesgo de contagiar a otros durante el trayecto.
Él también está preocupado: “Aunque tenemos escasos medios para verificarlo, sabemos que es la variante india (ahora llamada Delta) la que circula en el país (…) Y los pacientes son ahora más jóvenes que en las dos primeras oleadas”, asegura el doctor Akbari.
En su opinión, y en la del ministro, las cifras oficiales que informan de entre 55 y 60 muertes diarias desde hace una semana están muy subestimadas. “Puedes fácilmente multiplicar por dos o tres”. E incluso más: quién lleva las cuentas en los distritos rurales, a veces escenario de combates o ya bajo el control de los talibanes.
Según el ministro de Salud, Afganistán perdió 110 médicos por el covid-19 en lo que va de año.
Pero la población sigue ignorando las alertas de las autoridades. En mayo, durante el mes de Ramadán, hubo problemas con la campaña de vacunación: los más rigoristas estimaban que la inyección rompería el ayuno. Además, con motivo de la celebración de Aíd al Fitr, que marca el final del mes sagrado, ha habido muchas reuniones familiares, lo que fomenta la propagación del virus y explica el brote actual.
Pacientes con covid-19 en un hospital en Kabul, el 8 de junio de 2021© AFP Wakil KOHSAR
Se pusieron menos de un millón de primeras dosis, según el ministerio, que espera 700.000 más al final de la semana, ofrecidas por China.
La ONU también anunció el jueves la entrega de diez puestos de producción de oxígeno para el país.
Estados Unidos, que agiliza la retirada de sus tropas después de 20 años de presencia, ha pedido a sus ciudadanos que se marchen del país cuanto antes porque afirma que a algunos de ellos se les ha negado el acceso a los hospitales por falta de equipamiento.
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