El resurgimiento de los Verdes de Alemania, decididos a conquistar la cancillería el próximo otoño, ha tropezado con un caso de bonos no declarados y unos controvertidos comentarios a favor de la venta de armas a Ucrania, que podrían poner en riesgo todos sus logros. Cuando Annalena Baerbock, de 40 años, fue nombrada candidata ecologista el 19 de abril para intentar suceder a la canciller Angela Merkel, todo parecía ir viento en popa para el partido.
Frente a unos conservadores sumidos en una guerra de jefes y desgastados por el poder, los “Grünen”, aupados por su éxito en las elecciones europeas de 2019 y por un movimiento de jóvenes ecologistas contra el cambio climático especialmente dinámico en Alemania, parecían traer un aire nuevo a la política alemana.
Pero en su camino hacia la candidatura han ido surgiendo una serie de obstáculos, y los Verdes ya no lideran sistemáticamente todos los sondeos frente a los democristianos, que sin embargo están dirigidos por una figura impopular, Armin Laschet.
Un estudio de Kantar/Emnid publicado este viernes acredita a los Verdes un 23% en intención de voto (cinco puntos menos que hace un mes), contra el 25% acreditado a los democristianos.
Esas turbulencias caen en el peor momento, justo cuando la “imagen de Baerbock se está instalando en la opinión pública”, explicó a la AFP el politólogo Thorsten Faas, de la Universidad Libre de Berlín.
“Olvido estúpido”
En primer lugar, se cuenta el comentario racista de uno de sus responsables, Boris Palmer, que acostumbra a proferir declaraciones provocativas.
Palmer, alcalde de Tubinga (sur), criticó a principios de mayo al exfutbolista alemán Denis Aogo, tratándolo en Facebook de “mal racista” y de “negro”.
El edil aseguró que estaba siendo irónico, pero los Verdes decidieron iniciar un procedimiento para apartarlo del partido, arriesgándose a poner en peligro la unidad del partido.
Por otro lado, Baerbock reveló a mediados de mayo que informó con retraso de unos 25.200 euros en primas desfiscalizadas pagadas por su partido entre 2018 y 2020, como recompensa por unos éxitos electorales pero, también, por las fiestas de fin de año, además de un bono de 1.500 euros vinculado a la pandemia de covid-19.
Unas sumas que, pese a ser legales, parecen contradecir el deber de transparencia que reivindican los ecologistas.
Baerbock admitió que se trataba de un “olvido estúpido” pero que “informó de ello inmediatamente”. Aún así, sus rivales no han dudado en aprovecharse del asunto.
“El hecho de que los Verdes, que critican el capitalismo, paguen primas de éxito a sus presidentes es algo grotesco”, comentó el secretario general del partido bávaro conservador CSU, Markus Blume.
El caso es aún más inoportuno, si se tiene en cuenta que los conservadores también se han visto salpicados por un escándalo de comisiones pagadas a sus diputados y relacionadas con la compra de mascarillas contra el covid-19.
El asunto salió a la luz en marzo y Baerbock juzgó en aquel entonces que la transparencia era algo indispensable para salvaguardar la “confianza en el régimen parlamentario y en la democracia”.
Tiranteces
Para acabar de arreglar las cosas, el vicepresidente del partido, Robert Habeck, causó estupor recientemente al declararse a favor de que se vendan armas a Ucrania.
Durante un viaje a ese país, Habeck defendió que se suministren armas “de defensa” a Kiev, un posicionamiento en las antípodas de la tradicional ideología pacifista de los ecologistas.
Esta declaración, que el Partido Socialdemócrata juzgó “provocativa”, fue mal percibida por las formaciones de izquierdas y podría complicar una eventual coalición entre estos y los Verdes.
Con todo, los comentarios de Habeck fueron rebatidos por la experta en cuestiones de armamento del partido, Katja Keul, que “continúa considerando justo que el gobierno alemán no suministre armas a las zonas de guerra”.
En su programa, los Verdes defienden que se prohíban las “exportaciones europeas de armas a zonas de guerra y en crisis” como Ucrania, que se ha visto sacudida por las ofensivas de Rusia, como la anexión de Crimea, y por una guerra con los separatistas profusos en e este del país.
Una línea que Baerbock se vio obligada a recordar el miércoles: “es lo que está en nuestro programa, y es así como nosotros, los jefes del partido, vemos las cosas”.
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