Islandia celebra el sábado elecciones legislativas después de cuatro años de una inédita coalición de izquierda-derecha que ha conseguido frenar una década de crisis y escándalos. Pero el futuro gobierno podría ser más complicado. La primera ministra Katrin Jakobsdottir, líder de un movimiento ecologista de izquierda que nunca había gobernado el país, se presenta a un segundo mandato en un panorama político apaciguado pero más fragmentado que nunca.
Según las encuestas, un récord de nueve partidos se repartirán los escaños del Althingi (el Parlamento más que milenario) por lo que se desconoce qué alianza saldrá de los comicios.
Con 33 diputados de 63, la coalición saliente es una alianza heterogénea del Partido de la Independencia (conservador) del veterano Bjarni Benediktsson, el Partido del Progreso (centroderecha) y el movimiento Izquierda-Verdes de Jakobsdottir.
Es la segunda vez desde la crisis financiera de 2008 que un gobierno llega al final de su mandato de cuatro años en esta isla de solo 370.000 habitantes, de los cuales 255.000 pueden votar.
Los islandeses tuvieron que acudir a las urnas cinco veces para renovar el Parlamento entre 2007 y 2017, en medio de una gran desconfianza hacia los políticos y de múltiples escándalos.
“Este gobierno no se fundó con las premisas de llevar a cabo cambios sociales, sino más bien con el objetivo de una convivencia política en un país que llevaba mucho tiempo convulsionado”, recuerda Eiríkur Bergmann, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Bifröst.
Las encuestas son ajustadas: hace un mes daban una estrecha mayoría al equipo saliente pero ahora predicen su derrota a no ser que se les sume un cuarto movimiento.
Katrin Jakobsdottir, de 45 años, goza de popularidad debido a su estilo consensual y su buena gestión de la pandemia de covid-19 (solo 33 muertos).
“Creo que este gobierno ha hecho un buen trabajo y que ha demostrado lo que realmente es posible en política”, declaró a la AFP la dirigente, aclamada por su integridad y franqueza.
El Partido de la Independencia, que oscila entre el 20 y el 24% de las intenciones de voto, debería seguir siendo la principal formación política del país y su presidente, Bjarni Benediktsson, piensa beneficiarse de ello.
Heredero de una familia de dirigentes de la derecha islandesa, el ex primer ministro (enero-noviembre de 2017) y actual titular de la cartera de Finanzas sobrevivió a su implicación en el escándalo de los Papeles de Panamá.
“Soy optimista, me siento apoyado”, proclamó el lunes en un mitin en el que vaticinó que su partido seguirá siendo “la columna vertebral de un nuevo gobierno”.
Dispersión
Pero, según las encuestas, al menos cinco partidos deberían obtener entre el 10 y el 15% de los votos: el movimiento Izquierda-Verdes, el Partido del Progreso, la Alianza Socialdemócrata (izquierda), los Piratas (libertarios) y Reforma (centroderecha).
“No hay una alternativa clara a este gobierno. Si cae y (los tres partidos) no pueden seguir, entonces habrá una pelea general y la creación de una nueva coalición”, estima Eiríkur Bergmann.
Los primeros resultados se conocerán el sábado tras el cierre de los colegios electorales a las 22H00 GMT.
La posibilidad de un gobierno de dos partidos es impensable y hasta es poco probable uno de tres, con lo cual todo apunta a que Islandia podría acabar con un Ejecutivo integrado por cuatro o cinco formaciones.
“Mucha gente piensa que este tipo de coaliciones será muy inestable”, afirma Ólafur Hardarson, profesor de ciencias políticas.
Un parque de Reikiavik, en una imagen del 8 de septiembre de 2021© AFP/Archivos Odd Andersen
El covid-19 ha puesto el foco sobre los problemas del sistema sanitario: la izquierda defiende que sea público y el Partido de la Independencia, su privatización.
El turismo, principal sector económico del país, se ha colapsado por la pandemia, con lo que Islandia arrastra su mayor déficit público desde 2008.
El clima y el medio ambiente es un tema que preocupa mucho a los islandeses y uno sobre el que parece haber consenso.
Varios partidos sugieren una mejor explotación de los recursos 100% renovables de la isla volcánica, que destaca en energía geotérmica y recientemente lanzó el proyecto más grande de captación directa de dióxido de carbono (CO2) del aire.