En la plaza Victoria de Atenas, apodada la plaza de los afganos, numerosos migrantes de ese país consumen las horas preocupados por los familiares que dejaron atrás y por un futuro que no alcanzan a vislumbrar. Desde hace semanas, su temor es doble: por un lado por su situación en Grecia, presos de la incertidumbre y la marginación, y por otro por los parientes que se quedaron en Afganistán “a manos de los talibanes”.
“Hablé con mi padre y me dijo: ‘ayúdanos a salir de este infierno’”, explica Gulmurad, a quien le rechazaron la solicitud de asilo.
En su aldea de Afganistán, las mujeres ya no salen de casa y los talibanes vacían las despensas, explica este joven de 27 años.
“Todo el mundo quiere huir”, le dice su padre.
“De aquí a un mes, las familias habrán agotado la comida, su dinero. O huyes o mueres allí”, insiste.
La treintañera Afaq piensa en sus antiguos compañeros de la oenegé con la que trabajaba en Afganistán, antes de huir hace dos años. “Están en el corazón de la lucha ahora”, asegura.
“Afganistán está acabado”, lamenta con la voz entrecortada.
“Mamá, ¿por qué hemos venido?”
La llegada al poder de los talibanes el 15 de agosto hizo temer a las autoridades griegas una llegada masiva de afganos a este país de la Unión Europea a través de Turquía.
Anticipándose a ello, el ministro de Migraciones, Notis Mitarachi, aprobó el 3 de septiembre una ley para facilitar la expulsión de los migrantes ilegales y advirtió que Grecia ya no será “la puerta de entrada a Europa”.
Manifestación de la comunidad afgana en Atenas, Grecia, el 18 de agosto de 2021© AFP/Archivos Angelos Tzortzinis
Desde enero de 2021, un 45% de los migrantes llegados a Grecia son de Afganistán.
En una entrevista a la AFP, el embajador de ese país en Atenas, Mirwais Samadi, quiso mostrar su “reconocimiento” al trabajo de Grecia en esta cuestión.
Pero también reclamó “más inversión en los programas de integración en Grecia”, donde muchos de sus compatriotas viven marginados de la sociedad.
Afaq, solicitante de asilo, es un ejemplo. “Quince años de estudio, experiencia y aquí vuelvo a empezar de cero”, lamenta esta madre de 30 años.
“Mis hijos me dicen: ‘Mamá, ¿por qué hemos venido aquí? Sin trabajo, sin escuela’”, dice emocionada. “Yo les digo que aquí no hay guerra, pero ellos no entienden esta respuesta”, añade.
“Grecia no nos apoya”
Los tres hijos de Gulmurad tampoco pueden ser admitidos en escuelas griegas y, según su padre, “se vuelven locos, peleándose todo el día sin escuela ni zona de juego” en el pequeño apartamento asignado que comparten tres familias.
Barrera lingüística, imposibilidad de encontrar trabajo, pobreza… Las quejas son similares entre todos los interrogados, que reprochan falta de implicación al gobierno griego.
El embajador prometió “trabajar más estrechamente con las autoridades griegas” para que los afganos encuentren “un lugar en la sociedad griega”, mientras que agencias de la ONU colaboran en la educación y la integración del colectivo.
Manifestación de la comunidad afgana en Atenas, Grecia, el 18 de agosto de 2021© AFP/Archivos Angelos Tzortzinis
Pero Gulmurad no nota estos esfuerzos. “Grecia no nos apoya. Juega con nosotros, los refugiados, y nos rechaza”, dice este joven afgano que se siente “sin ningún futuro”.
En su tierra era profesor de inglés, pero tuvo que huir hace dos años, amenazado de muerte por los talibanes por enseñar “la lengua del enemigo del islam”.
“Quiero aprender el griego pero no hay nada a disposición”, lamenta este profesor, que enseña ahora inglés a sus compatriotas refugiados.
Sonil es uno de sus alumnos ocasionales. Llegó solo a Grecia tras haber perdido a toda su familia bajo el fuego talibán.
Sonriente, asegura estar “muy contento” por haber sido contratado en un restaurante afgano en las cercanías.
Pero es un caso singular. De los 45.000 afganos en Grecia, solo 15.000 han obtenido por ahora el estatuto de refugiados, según la embajada de Afganistán.
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