Dominic Cummings fue el cerebro tras la campaña del Brexit y el superinfluyente «asesor especial» de Boris Johnson. Desde su sonada destitución en noviembre sigue dando batalla pero esta vez tiene como blanco a su exjefe, el primer ministro conservador británico. Reputado estratega político conocido por no detenerse ante nada para lograr sus objetivos, Cummings, de 49 años, se mantuvo discreto un tiempo después que a mediados de noviembre se lo viera sacando sus efectos personales de Downing Street.
Considerado artífice de la aplastante victoria electoral de Johnson en las legislativas de 2019, había negado verse abocado a la salida y afirmó que era una decisión personal tomada tiempo atrás.
Pero una fuente gubernamental afirmó que dejaba el cargo de “asesor especial” a causa de luchas internas que involucraron al exdirector de comunicación de Johnson y gran aliado suyo, Lee Cain.
Señalado por algunos medios como fuente de varias filtraciones contra el gobierno, en abril rompió su silencio y lanzó un demoledor ataque contra Johnson en su blog, tildándolo de incompetente y poniendo en duda su integridad en escándalos de cabildeo e influencias empresariales.
Cummings afirmó que el primer ministro había pedido a su portavoz mentir a la prensa y que renovó su apartamento con dinero de un donante del Partido Conservador, lo que el gobierno desmintió categóricamente.
El diario Daily Mail aseguró que el exasesor guardaba grabaciones de audio y registros escritos de reuniones importantes al atribuir a Johnson una chocante frase —“no más confinamientos de mierda, dejemos que los cuerpos se apilen por miles”— contra un segundo confinamiento el pasado otoño.
Y él mismo amenazó con divulgar un “documento histórico crucial” para demostrar que el Reino Unido podría haber evitado tres confinamientos con “buenos preparativos y responsables competentes”.
“Psicópata profesional”
En el referéndum de 2016, Cummings lideró la estrategia comunicativa a favor del Brexit, victoriosa gracias a una controvertida ofensiva centrada en las redes sociales que le permitió llegar a los británicos habitualmente desinteresados por la política.
Sin embargo, desde su entrada en el todopoderoso cargo de “asesor especial” se labró enemistades entre altos funcionarios por su deseo de remodelar la función pública y entre miembros del Partido Conservador que lo acusaban de tomar las decisiones en lugar de Johnson.
Tajante y distante, Cummings fue tildado de “psicópata profesional” por el ex primer ministro conservador David Cameron y también se lo comparó a Steve Bannon, polémico exconsejero del ex presidente estadounidense Donald Trump.
Conocido por sus descuidados atuendos compuestos de sudaderas y gorros de lana con los que con regularidad era captado por los fotógrafos llegando a la famosa puerta negra de Downing Street, fue protagonista de más de un sonado escándalo.
En marzo de 2019 fue reconocido culpable de ultraje al Parlamento por negarse a comparecer ante una comisión que investigaba la difusión de noticias falsas durante la campaña del referéndum del Brexit.
Un año después realizó un polémico viaje de 400 km desde Londres hasta su ciudad natal cuando el país se encontraba en pleno confinamiento, con la estricta prohibición de viajar.
Sus detractores denunciaron que se creía por encima de todo y despreciaba las reglas impuestas al común de los británicos, lo que contribuyó a hundir en los sondeos una popularidad que Johnson recuperó después gracias a su exitosa campaña de vacunación contra el covid-19.
Cummings nació en 1971 en Durham, en el norte de Inglaterra. Su padre gestionaba un proyecto de plataforma petrolera y su madre era maestra para niños con necesidades especiales.
Estudió en una escuela privada y luego entró en la prestigiosa universidad de Oxford. Es muy buen conocedor de Rusia, donde vivió y en los años 1990 contribuyó a poner en marcha allí una compañía aérea, que finalmente no funcionó.
A su vuelta al Reino Unido entró en política participando en campañas como la que se oponía a la adopción del euro. Y fue ascendiendo como estratega del Partido Conservador, aunque sin nunca afilarse a él.
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