Las puertas de la sala de deporte estaban siempre abiertas para que los jóvenes pudieran matar el aburrimiento jugando al balón. En ella crecieron varios talentos y un gigante fuera de serie: Erling Braut Haaland. Bryne, una pequeña ciudad de 12.000 habitantes en la costa sudoeste de Noruega vio crecer a la estrella en ciernes del fútbol mundial, un coloso de 20 años que tiene aterrados a los porteros.
Y el jueves, en la final de la Copa de Alemania, entre su Borussia Dortmund y el Leipzig, el portero rival sabrá que tiene frente a él una gran amenaza.
Y fue en este lugar de Noruega, más inclinado hacia los deportes de invierno, donde Haaland dio sus primeros pelotazos.
“Siempre marcó”, recuerda Alf Ingve Berntsen, que lo entrenó cuando era pequeño. “Con 12 años jugaba ya con los de 13 y seguía marcando. Cuando lo convocaron para la selección regional, marcaba. Con 15 años le llamaron para la nacional (cadetes, NDLR) y… marcó”.
“Vimos bastante pronto que podría hacerse un nombre. Pero nunca pensamos que lo haría tan deprisa, que sería el mejor goleador de la Liga de Campeones con 19-20 años”, admite el profesor de deporte del liceo regional, que está pegado al estadio de fútbol municipal.
Alf Ingve Berntsen, entrenador de Erling Haaland de 2006 a 2015, camina por un campo de fútbol de Bryne, al suroeste de Noruega, el 19 de abril de 2021© AFP Petter Berntsen
Ni un retrato, ni una calle con el nombre de la estrella local en la ciudad. Solo un letrero sobre un puente decrépito rompe la sobriedad de esta ciudad: “Una vida, un club”.
Sin embargo, la toponimia local permite adivinar las raíces del héroe de Jaeren, una región que fue el escenario de una épica batalla vikinga.
La zona concentra la mayor cantidad de tractores de Noruega. En torno a la aldea de “Braut”, el aire está impregnado del olor del abono. En el polígono industrial de “Håland” se suceden naves rectangulares sin encanto.
Braut y Haaland, dos apellidos que resuenan como dos metáforas del superdotado delantero del Borussia de Dortmund: el tractor por un lado, la máquina de hacer goles por el otro.
39 chicos y una chica
Nacido el 21 de julio de 2000 en Leeds, Gran Bretaña, donde su padre, Alf-Inge, jugó como profesional, Håland (que simplificó su apellido a Haaland para hacerlo más comprensible) llegó con su familia a Bryne en 2004.
Una imagen tomada en el año 2013 y proporcionada por el entrenador Alf Ingve Berntsen muestra al niño Erling Haaland posando con un trofeo que ganó en Kristiansand, al sur de Noruega© Alf Ingve Berntsen/AFP/Archivos .
Siguiendo los pasos de su padre, el gigante rubio se decantó por el balón de fútbol en detrimento del atletismo practicado por su madre, Gry Marita Braut, antigua campeona de Noruega de heptatlón.
Su camino se cruzó con el de Alf Ingve Berntsen, entrenador de un grupo de 40 niños: 39 chicos, entre ellos sus dos hijos gemelos, y una chica con mucho talento: Andrea Norheim.
“Erling era pequeño y enclenque, pero sabíamos que, dada su predisposición genética, sería un chico fuerte”, recuerda Alf Inve Berntsen. “A pesar de tener menos físico que los otros chicos marcaba tantos goles que pensábamos: imagina cuando sea grande y fuerte”.
Y no fue hasta que tuvo 15-16 años cuando Erling dio el estirón, alcanzando el 1,94 m que tiene ahora.
Entre medias, Haaland se entrenaba una o dos veces a la semana en el “Jaerhallen”, un rudimentario campo de fútbol cubierto y abierto a todo el mundo.
“No había mucho que hacer en Bryne más allá de jugar al fútbol, saben”, admitió Andrea Norheim, delantera que pasó por el Olympique de Lyon francés, siete veces campeón de la Liga de Campeones femenina. “Los fines de semana íbamos al campo, no había ni que organizarlos, sabíamos que habría siempre alguien con quien jugar”.
Un discreto orgullo local
A pesar de no tener calefacción, el “Jaerhallen” daba algo de cobijo en un país donde la rudeza del invierno limita mucho jugar al fútbol en la calle
Erling Braut Haaland aplaude junto a Andrea Norheim durante un torneo el 17 de febrero del año 2013 en Kristiansand, al sur de Noruega, una imagen proporcionada por el exfutbolista Stig Norheim, padre de Andrea© Stig Norheim/AFP/Archivos .
“El Jaerhallen permitió que de Bryne salieran muchos jugadores de talento que no habrían aparecido sin la sala”, contó el padre de Andrea Norheim, Stig, futbolista a su vez de alto nivel.
“Podías entrenarte a cualquier hora. Los jóvenes iban el fin de semana a las 9 o 10 de la mañana y se quedaban con algo de comer hasta las 8 de la noche”, explica Stig.
Horas y horas, año tras año de entrenamientos espontáneos que permitieron que de los 40 jóvenes, cinco (contando a Haaland y Norheim) llegaran a la selección nacional.
Cubierta de plástico cada vez menos hermética, césped sintético, a pesar de no presentar su mejor aspecto, el Jaerhallen puede enorgullecerse de haber dado un gran servicio.
Al calor de los rayos del sol, los jóvenes de Bryne aprovechan para jugar en el campo de fútbol al aire libre que está al lado. En ellos, sin embargo, el orgullo por la estrella local es más bien discreto.
“¿Quién es el mejor del mundo?”: Los nombres de Messi y Ronaldo salen con facilidad. “¿Y el más prometedor?” ¡Erling!
“Me inspira mucho”, explica Malin Amilie Lilan, una joven futbolista de 18 años. “Que a pesar de venir de un sitio tan modesto, juegue en un club tan importante, demuestra que es posible”.